Recoge Samway en el libro sobre Giroux y Flannery un comentario que esta le hizo a John J. Quinn, S.J., profesor de inglés en la Universidad de Scranton, sobre Los violentos lo arrebatan:
Prefería considerarlo como relato de misterio más que de salvación, por dos motivos, uno porque la salvación de Tarwater está todavía en duda al final de la novela, incluso aunque él ya haya aceptado su misión, y el otro porque la palabra salvación "fulmina lectores como Raid mata moscas" (="Flit does flies"). Ella insinúa que podría continuar el relato, en el que los "hijos de Dios" acaban con Tarwater y obtiene su salvación por la vía del martirio.
Explica Flannery (y todo esto lo parafraseo), que Tarwater y su tío Rayber rechazan la fuerza que hay en ellos [deny the force in them] no por lo costosa [=bitter] que sea: es que Tarwater no puede soportar el hecho de que Cristo no sea un espíritu puro. Él quiere oír la voz de Dios "desde un cielo claro y vacío", no tocada por nada que sea humano. Toda implicación de lo humano en lo divino supone, para él, un abajamiento [=lowering]. A Tarwater le repugna la Encarnación: cuando percibe a Cristo en las cosas materiales, huye de ellas.
Por su parte. para Rayber, aceptar la fuerza sería aceptar a su hijo Bishop, que tiene un retraso mental severo: cree que su amor por él, muy grande de hecho, no tiene en realidad sentido y que daña su dignidad, porque Bishop no tiene potencial ni espiritual ni intelectual por sí mismo: el cristianismo es repulsivo para Rayber porque significa amar y santificar lo que intelectualmente no tiene valor. Rayber representa el hombre moderno y Flannery lo pone en relación con la figura de Albert Camus, al que por lo demás admiraba mucho. [Carta 28 de enero de 1960; en Samway 2018, 211-12].