Alguien anónimo me adjuntaba un enlace a un artículo extraordinario, aunque no estoy seguro de haberlo entendido en su totalidad: el francés que escribe, que tiene pinta de ser extraordinario, era superior a mi nivel.
El artículo es de Gregory Mion, una recensión que va hasta el fondo temático, de la primera recopilación de cuentos de Flannery, Un hombre bueno es difícil de encontrar, que se tradujo en francés como Les braves gens ne courent pas les rues de Flannery O'Connor. Es uno de los mejores artículos que he leído sobre ella en los últimos años.
Me han ganado completamente sus menciones al protagonismo del sol, algo en lo que yo estaba trabajando y de lo que hablé en un congreso en Sevilla: a ver si con ocasión de esto le doy forma definitiva ya a mi trabajo sobre el tema. La otra línea que recorre es la confrontación entre el Sur de Estados Unidos y Europa, una Europa compleja, la del Holocausto pero también la del origen de Occidente. El artículo empieza así (traduzco con ayuda de Google):
este genial novelista y cuentista nunca ha dejado de seguir el movimiento de la eclíptica para no perder nunca de vista el divino fuego del sol capaz de incinerar todas las tenebrosas tentativas del maligno.
Las menciones al sol y a su importancia en la obra de FO'C son continuas, siempre iluminadoras, dando el punto clave para entender muchos de los relatos que aquí se citan: Un hombre bueno es difícil de encontrar, La persona desplazada, Un templo del Espíritu Santo, La buena gente del campo. Pero él lo dice mucho mejor:
No cabe duda de que la recurrencia del sol en estos cuentos no se debe a la casualidad o a un escritor aficionado que busca convocar grandes efectos climáticos para impresionar al mal lector. Ya sea saliendo o cayendo, llameante o menguante, el sol, en cada uno de sus movimientos, giros u oscilaciones, se mueve como un indicador atmosférico que traduce la ayuda a los hombres hasta en el seno de los tiempos más opresivos y oscuros de la soledad. El sol de casi todas estas historias es en este sentido el Eterno al que Job rinde homenaje porque la donación soberana de Dios no puede ser empañada por la inferior que percibimos con nuestros límites terrenales, con nuestras sensibilidades generalmente demasiado limitadas. Es así como lo peor nunca es la esencia de lo que se describe en Flannery O'Connor, porque lo mejor que yace bajo los escombros del mundo relativiza el absolutismo ficticio -y accidental- que reina en la superficie de nuestras retinas desilusionadas.
Siempre es Dios el que está atento, como sin actuar, mientras el mal parece apoderarse de todo, pero sin lograrlo.