Mi traducción:
AL VISITAR LA TUMBA DE FLANNERY O'CONNOR
Milledgeville, Georgia, 1988
Maxine Kumin
...pero primero, un desvío histórico justo a este lado
de lo que la intelligentsia local
con orgulloso autodesprecio llama Mudville [Villa Barro]
para tomar el camino de carros a Andalusia,
la sede familiar, sereno aparte de la ciudad,
como en una buena novela victoriana.
Aquí, desde la ventana del dormitorio del primer piso
incluso en aquellos últimos días oscuros, podía ver ella
a sus queridos pavos picotear y hacer la rueda,
la tribu de burros amantes de su progenie
descendiendo al estanque de la granja en el prado,
un bosque de viejos castaños inclinados
para ser cosechados. No grandiosa de-antes-de-la-guerra,
pero al menos cómoda Andalusia, con jardines de verdad
roturados cada primavera con estiércol auténtico,
así que es bonito pero no sorprendente que
cuando Mary McCarthy dijo, años antes,
que había llegado a pensar la Eucaristía como un símbolo,
O'Connor, considerablemente incómoda
con la retórica de católica no practicante, explotase:
"Bien, si es un símbolo, al infierno con ella."
...
No como me la había representado, entronizada
en alto, fieramente prometeica
con águilas, quizá, o leones sobre la lápida --
sino el espacio cuadrado, sin ajardinar, de la familia
incluso sin un sauce llorón parece lo correcto.
Alineada con su padre, tres tías abuelas al otro lado,
y espacio para la madre que todavía vive,
Flannery yace sin otros adornos que el nombre
que respiraba fuego y nos alimentó de su llama.