Supongo que no sirve de mucho plantearse cómo habría sido la prosa de Flannery O'Connor si no hubiera muerto tan joven. Toda su obra está bajo el peso de la cercanía de la muerte, lo que seguro que le dio una impaciencia buena de decir lo que tenía que decir del modo más directo y crudo posible. No sé cómo hubiera sido escribiendo con calma y mostrando el amor (la gracia) al modo de la suave brisa que notó Elías cuando esperaba a Dios en el trueno. Ya en 1960 escribía a Andrew Lytle:
I have got to the point now where I keep thinking more and more about the presentation of love and charity, or better call it grace, as love suggests tenderness, whereas grace can be violent or would have to be to compete with the kind of evil I can make concrete. At the same time, I keep seeing Elias in that cave, waiting to hear the voice of the Lord in the thunder and lightning and wind, and only hearing it finally in the gentle breeze, and I feel I’ll have to be able to do that sooner or later, or anyway keep trying (Alexander 2019, 95).
He llegado al punto en que estoy pensando cada vez más en el modo de presentar el amor y la caridad; o mejor llámalo gracia, porque el amor sugiere ternura, mientras que la gracia puede ser violenta o tendría que serlo para competir con el tipo de maldad que puedo hacer concreta. Al mismo tiempo, sigo viendo a Elías en esa cueva, mientras espera a escuchar la voz del Señor en el trueno y el relámpago y el viento, y solo la escucha al finalmente en la suave brisa, y noto que voy a tener que encontrar el modo de hacer tarde o temprano, o por lo menos seguir intentándolo.