lunes, 3 de agosto de 2009

Intelecto

Dudo de que tus intereses se hagan menos intelectuales a medida que te impliques más a fondo en la Iglesia; lo que pasará es que el intelecto ocupará su lugar en un contexto más amplio y dejará de ser un tirano (si es que lo ha sido: y cuando no hay nada por encima del intelecto normalmente es un tirano). Sea como sea, la mente funciona mejor cuando está anclada en la palabra de Dios. No hay peligro entonces de convertirse en un intelectual sin integridad.
I doubt if your interests gets less intellectual as you become more deeply involved in the Church, but what will happen is that the intellect will take its place in a larger context and will cease to be tyrannical, if it has been -and when there is nothing over the intellect it usually is tyrannical. Anyway, the mind serves best when it's anchored in the word of God. There is no danger then of becoming an intellectual without integrity.

Traducción mía de una carta a Betty Hester (HB 134).

2 comentarios:

Alejandro Martín dijo...

La carta está bien. El problema es que la gente, cuando lee algo así, entiende cosas distintas según la idiosincrasia intelectual y emocional de cada cual. A mí, por ejemplo, me cuesta aceptar eso de "anclada en la Palabra de Dios" si no interpreto ese "estar anclado" en un sentido muy libre: en tanto "inspirado" o "llamado" por esa Palabra, pero interpretando esa Palabra con mi propio intelecto. Incluso cuando integro otras instancias en esa interpretación (Magisterio, Tradición, etc.) lo hago convirtiendo mi intelecto en rector de todo el proceso. Si no fuera así -es decir, si el intelecto no tuviera esa misión hermenéutica- ¿no podrían interpretarse cosas horrendas de la Escritura? ¿No es el intelecto el que dice que eso de arrancarse un ojo cuando te es ocasión de pecado tiene tal o cual sentido? Etc. No sé si me explico... Un abrazo

Ángel Ruiz dijo...

Creo que entiendo por dónde vas. El problema supongo que es el poner el intelecto como policía de todo lo demás, como el 'tribunal supremo', la última instancia, cuando como mucho es la puerta de comunicación: Uno no puede cerrar la puerta, porque se queda encerrado; pero cuando la abre entra toda la realidad: lo que no sé explicar es por qué uno debe dejarla entrar. Yo supongo que es porque uno sabe que existe esa realidad y que uno es parte de ella como criatura, pero la cuestión me supongo.
Flannery suele hablar de eso, de que la fe permite un mundo más amplio, liberarse de la tiranía del yo encerrado.