domingo, 17 de octubre de 2010

La verdad del pagano

El mejor artículo sobre El río que he leído en mi vida es uno de Ralph C. Wood*.
Cuenta en él que un alumno suyo se escandalizó al leer ese cuento y acusaba a dos personajes (Bevel Summers y Mrs. Ronnin) de la muerte de Ashfield.
Y a Wood le parece que en ello el alumno está encajando el golpe contra
La traición cristiana contra la premisa fundamental sobre la cual la existencia moderna está construída, en concreto que la vida física en sí misma es el bien último, pues nada lo precede ni lo sigue. The Christian treason against the fundamental premise upon which modern existence is built -namely that physical life itself is the ultimate good, since nothing either precedes or follows it (189).
En ese esquema, lo único que queda es gestionar del mejor modo el placer (hedonismo) o las obras buenas que cumplamos (moralismo) y el último enemigo es la muerte; y permanecer vivo, el último bien.
Morir por devoción a un reino que no existe de un Dios que no existe, es la mentira máxima. To die in devotion to a nonexistent kingdom of a nonexistent God is thus the ultimate lie (190).
Y se ve bien que El río es un cuento de los de o lo tomas o lo deja, del tipo aut/ aut o either /or: al final o todo un engaño o el último bien.


*Ralph C. Wood, "The scandalous Baptism of Henry Ashfield: Flannery O'Connor's The River", en J. H. McMullen, J. P. Peede (eds.), Inside the Church of Flannery O'Connor. Sacrament, Sacramental and the Sacred in Her Fiction, Macon, 2007, p. 189-204 [aquí el pdf]

1 comentario:

Verónica dijo...

Decía Guardini que la fe es la capacidad de superar el escándalo.
También San Pablo sugiere, a sensu contrario, lo mismo que el alumno escandalizado de Ralph C. Wood: "Si Cristo no resucitó, somos los hombres más desgraciados". Es cierto: el cuento es cruel, durísimo. El escándalo es absolutamente comprensible. Pero también el dolor que provoca es necesario, como cuando te sajan una herida. A eso -creo yo- se le llama catarsis.