Miré, para la entrada del otro día, datos sobre Andrew Lytle, profesor de FO'C en Iowa. Hay un artículo de Jean W. Cash, "The Flannery O'Connor-Andrew Lytle Connection", The Flannery O'Connor Bulletin 25 (1996-97), 183-192 (se puede leer en Jstor), donde se recoge un comentario suyo:
Years ago at Iowa City in a rather informal class meeting I read aloud a story by one of the students. I was told later that it was understood that I would know how to pronounce in good country idiom the word chitling which appeared in the story. At once it was obvious that the author of the story was herself not only Southern but exceptionally gifted. The idiom of her characters rang with all the truth of the real thing, but the real thing heightened. It resembled in tone and choice of words all country speech I had ever heard, but I couldn't quite place it. And then I realized that what she had done was what any first rate artist always does-she made something more essential than Life but resembling it. She had done this by the use of crucial words and the proper rhythm raised to a higher power. She was making her own language for the subject already seen to be uniquely her own.
This of course was Flannery O'Connor.
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Hace años, en Iowa City, en una reunión en clase bastante informal, leí en voz alta un relato de uno de los estudiantes. Más tarde me dijeron que se dio por supuesto que yo sabría pronunciar con el tono rural adecuado la palabra chitling, que aparecía en el cuento. Inmediatamente quedó claro que la autora del relato no solo era sureña sino de dotes excepcionales. El lenguaje de sus personajes resonaba con toda la verdad de lo real, pero lo real intensificado. En cuanto al tono y la elección de las palabras, se parecía al habla rural que había oído toda mi vida, pero no podía localizar el lugar del todo. Y luego me di cuenta de que lo que ella había hecho era lo que cualquier artista de primer nivel siempre hace: hizo algo más esencial que la Vida, pero parecido a ella. Lo había hecho mediante el uso de palabras cruciales y el ritmo adecuado, elevándolo a un poder superior. Ella estaba creando su propio lenguaje para un tema que ya se consideraba que era, de un modo especial, de ella.
Era, por supuesto, Flannery O'Connor.
Ese es el elemento que más se nos escapa a los que no tenemos el inglés como lengua materna ni conocemos el habla típica del Sur. Interesante es también que resalte que hay una imitación del habla del sur, pero una imitación elevada, algo "más esencial que la vida misma", que la universaliza.
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