viernes, 21 de febrero de 2025

Un poema a un pavo real cojo

Ya mencioné aquí hace años algunos poemas del que fue luego un libro, Andalusian Hours. Poems from the Porch of Flannery O'Connor, de Angela Alaimo O'Donnell. Ahora he vuelto a él, un libro que es como una biografía en verso (y al final, para colmo, aparezco entre los agradecimientos).

Este es un poema que apareció primero publicado en la revista Peacock, del que intenté hacer una traducción tentativa, más para que se disfrutase el original que por el resultado, discutible.


El Jubilate Pavo de Flannery
“Suele pasar que el pavo a la vez extienda la cola y lance un chillido. Parece como si recibe a través de las patas una agitación que desde el centro de la tierra viaja hacia arriba y es liberadaa través de él: Eee-ooo-ii! Eee-ooo-ii! Para el melancólico este sonido transmite melancolía y para el histérico, histeria. Para mí siempre ha sonado como una invitación a un desfile invisible.”  (Flannery O’Connor, El rey de las aves)

“Uno de los más arrogantes de entre los pavos de O’Connor es “Cojito,” que se ha estado pavoneando con una sola pata durante varios años, tras negarse a ceder el paso a un cortacésped.”  (Conversations with Flannery O’Connor)

Pues voy a hablar de mi pavo real, Cojito.
Pues vocea sus chillidos día y noche
lo justo para volver a mi madre loca, mientras que a mí
me gusta su alabanza de la tiniebla y la luz.
Pues levanta recto su cuello turquesa y su emplumada cabeza.
Pues se mueve entre las gallinas como un dios monopié.
Pues despliega cien soles de un fogonazo.
Pues prende en llamas el cielo que se cierne.
Pues reduce la casa y la granja a cenizas,
y luego se levanta de nuevo, de puntillas, ágilmente
entre las rosas, su pata punteaguda calzada
con una zapatilla de suela suave. Así de lento se mueve.
Pues es el corazón violeta de nuestra casa.
Pues me hace sentir menos impedida y sola.

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