Esta Betty Hester se suicidó en 1998 a los 76 años, como se cuenta en un tremendo artículo de William Sessions, otro amigo de Flannery O'Connor. A ella la intentó ayudar en su crisis religiosa, por ejemplo en esta carta de 1955 [El hábito de ser, Salamanca, Sígueme, 2004, p. 97; en la edición original The Habit of Being, New York, Farrar, Strauss and Giroux, 1978, es la página 100]:
Ver a Cristo como Dios y hombre probablemente no es más difícil hoy que en otros tiempos, incluso aun pareciendo que hay más motivos de duda. En su caso puede deberse a la incapacidad de aceptar lo que llama la suspensión de las leyes de la carne y la materia, pero personalemente creo que cuando conozca en verdad las leyes de la carne y la materia conoceré a Dios. Las conocemos como las vemos, no como Dios las ve. Desde mi punto de vista, el nacimiento virginal, la encarnación y la resurrección son las verdaderas leyes de la carne y la materia. La muerte, el deterioro y la destrucción son la suspensión de esas leyes. Siempre me sorprende el énfasis que la Iglesia da al cuerpo. No dice que resucitará el alma, sino el cuerpo, glorificado. Siempre he pensado que la pureza es la más misteriosa de las virtudes, pero me parece que la pureza nunca hubiera entrado a formar parte de la conciencia humana a no ser por la esperanza en la resurrección corporal, que unirá carne y espíritu en armonía, al igual que estaban en Cristo. La resurrección de Cristo parece el culmen de la ley de la naturaleza.
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