Y en los comentarios, enlazan al New Yorker, a un relato de un tal Tim Gautreaux, que escribió una continuación de este relato. No me ha convencido del todo, aunque es admirable aunque sea sólo por la audacia (y no sé si lo he entendido bien, empezando por el inglés).
Me recordó algo a temas de The life you save may be your own, pero es como un intento de desactivar a Flannery: al final del relato no queda nada, todo conduce a la nada. Dos ejemplos de cómo ha cambiado la cosa de un cuento a otro:
My name’s Obadiah, but people call me Obie. It used to rile me when they called me that, but nowadays I just go along.
“My tattoo collection. I’m gettin’ it burnt off. I got my arms did already. I found a cut-rate Indian doctor to do it over in Poxley, but those treatments still cost like the devil and I’m about tapped out. It’s why I got to go to work.”
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