Hay una entrada excelente
de este blog: leedla entera. Yo traduzco dos párrafos:
[En Wise Blood] hay un no fácil matrimonio de la preocupación teológica con el humor; O'Connor nunca relega la religión a subtexto. El tema de la novela busca intenciadamente descolocar, y un medio fundamental para hacerlo es el humor. Motes es un predicador y no puede librarse de ello. Cuando visita a una prostituta que lo confunde con un predicador, insiste en que no lo es. Elle le responde con: "Está bien. A mami no le importa si no eres predicador." Gracioso, sí, pero la afirmación fija la tremenda batalla entre la voluntad de Motes y la noción generalizada de predestinación que continúa pesando sobre el cristianismo en América.
Encuentro difícil representarme a una católica como O'Connor de acuerdo con Calvino: y de hecho no está de acuerdo con él. Una de las peores lecturas equivocadas de Wise Blood sostiene que Motes, por la gracia, busca la penitencia; en realidad, Motes se resiste a la gracia intentando pagar por sus pecados. Incluso en su penitencia está buscando escapar de la sangre de Cristo. Pero hay otro hilo al final de la novela, una luz vacilante de esperanza desde detrás de sus ojos oscuros, que sugiere que la gracia trabaja a través de Hazel Motes incluso cuando huye de la invitación que le presenta.
There is an uneasy marriage of theological concern with humor, and O’Connor never relegates religion to subtext. The theme of the novel is intentionally perplexing, and the humor is a major reason why. Motes is a preacher and cannot escape that. When he visits a prostitute who mistakes him for a preacher, he insists that he is not. She responds with “That’s okay. Mama don’t mind if you ain’t no preacher.” Hilarious, yes, but the statement also sets up the horrific battle between Motes’ will and the pervasive notion of predestination that continues to burden Christianity in America.
I find it difficult to picture a Catholic like O’Connor agreeing with John Calvin, and she doesn’t, really. One of the worst misreadings of Wise Blood holds that Motes’ seeks penance out of grace; in reality, Motes resists grace by trying to atone for his sins. Even in his penance, he seeks to escape from the blood of Christ. But there is another thread at the end of the novel, a flickering light of hope from behind his dark eyes, which suggests that grace works through Hazel Motes even if he flees from the invitation it presents him.
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