De Una estancia holandesa, libro de conversaciones de José Jimenéz Lozano y Gurutze Galpasoro, tomo esto que dice él, que me parece muy atinado:
De Flannery O'Connor lo que me subyugó en cuanto la conocí fue su inteligencia "perversa", cáustica, su admirable modo de contar y ese amor que ofrece a sus personajes más risibles; pero también su tranquila conciencia de escritora y su humor en medio mismo de sus historias negras y de su propia vida, sabiendo como se sabía condenada a morir joven y sintiéndose morir poco a poco. Esas sus historias están escritas desde un yo y a una luz radicales: sub specie aeternitatis, y quizás de ahí ese amor por los seres humanos y el mundo entero. Es una escritora enfrentada en cada una de sus páginas al Gran Crítico: la Muerte. ¿Cómo bajar la guardia en esas condiciones, siquiera en un adjetivo?
Me fascinó su amor a la vida, incluso en sus manifestaciones más mediocres y repetitivas de lo cotidiano (48).
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