Es autora de una tesis doctoral, Flannery O'Connor y el misterio del mal, que defendió en la Universidad Complutense en 1979, bajo la dirección de Esteban Pujals. Le concedieron un sobresaliente cum laude y si hubiera sido decentes la habrían hecho catedrática de Literatura Norteamericana por aclamación, pero no funciona así la Universidad española.
No sé quién es esta mujer, sólo que parece que vivía en Estados Unidos, que quizá sea monja (dice, p. 201, que cuando estuvo en Milledgeville la gente no reaccionaba mal al verla con hábito, por eso lo digo), que muestra una enorme independencia de criterio (por ejemplo cuando rebaja la influencia deTeilhard de Chardin a límites normales, en lo que coincide con Ralph C. Wood, el otro gran estudioso de Flannery, al que cita) y un aplastante sentido común; además estudia el tema implicándose totalmente y sin evitar cuestiones problemáticas. ¡Maravillosa tesis!
Cuenta que estuvo con la madre de Flannery (p. 3: "con su fuerte personalidad, sus ideas definidas, su carácter dominante y al mismo tiempo generoso"), hace la mejor descripción de Milledgeville que he visto hasta ahora y cuenta -porque se lo contó él- cómo le dio la unción de enfermos a Flannery el abad de Conyers, colándose a la hora de comer en un despiste de la madre (p. 36):
Y yo he estado leyendo estos días la tesis como si fuera una novela. Y la había visto hace tiempo en la Facultad, pero la desprecié: ¡una tesis española sobre Flannery, y de 1979! ¡Bah!
Pero por otros motivos saqué el libro y es milagroso, prodigioso, fascinante, la mejor introducción que se puede encontrar sobre Flannery en español, ahora que ya disponemos (gracias a gente entre otros como Guadalupe Arbona, Esther Navío o gracias también al magisterio temprano de José Jiménez Lozano) de su obra en excelentes ediciones en español. Se ve que le gustan especialmente cuentos como La persona desplazada, Los profetas o Los cojos entrarán primero, pero de todos comenta cosas profundas e interesantes. Y la tesis de la tesis es que Flannery es una escritora bíblica y teológica; llega casi a decir que es una escritora inspirada por Dios; no se atreve, pero ganas no le faltan.
La tesis la publicó facsímil la Complutense en 1984: la podéis encontrar en muchas bibliotecas universitarias (podéis buscar en el Catálogo de Rebiun poniendo 'Gamíndez': salen las universidades que tienen la tesis).
Pensaba estos días que si tuviera dinero, la publicaba ya, ahora mismo, con el texto tal como está pero con buena tipografía; es una obra de 1979, que casi no pudo aprovechar las cartas publicadas en El hábito de ser, pero que leyó algunas directamente, que estudió a fondo las obras publicadas y hasta llega a comentar pasajes subrayados por Flannery de libros de su biblioteca, por ejemplo de Lewis, Mounier y otros.
En suma, un libro que sigue tremendamente vivo, fresco, y eso que son casi 900 páginas, juntando los apéndices, valiosísimos por lo demás (con una lista de libros de su biblioteca, de reseñas que hizo, un catálogo muy completo de sus obras y montones de otros datos jugosos). Pero antes tendría que saber qué ha sido de ella, de María Isabel Montero y Gamíndez: con una pequeña esperanza de encontrarla y también como mi pequeño homenaje, pongo aquí su nombre en el título.
No sé quién es esta mujer, sólo que parece que vivía en Estados Unidos, que quizá sea monja (dice, p. 201, que cuando estuvo en Milledgeville la gente no reaccionaba mal al verla con hábito, por eso lo digo), que muestra una enorme independencia de criterio (por ejemplo cuando rebaja la influencia deTeilhard de Chardin a límites normales, en lo que coincide con Ralph C. Wood, el otro gran estudioso de Flannery, al que cita) y un aplastante sentido común; además estudia el tema implicándose totalmente y sin evitar cuestiones problemáticas. ¡Maravillosa tesis!
Cuenta que estuvo con la madre de Flannery (p. 3: "con su fuerte personalidad, sus ideas definidas, su carácter dominante y al mismo tiempo generoso"), hace la mejor descripción de Milledgeville que he visto hasta ahora y cuenta -porque se lo contó él- cómo le dio la unción de enfermos a Flannery el abad de Conyers, colándose a la hora de comer en un despiste de la madre (p. 36):
Dom Augustine, decidido a llevar a cabo sus planes, estudió con antelación la rutina diaria de Regina [la madre] y aprovechando su ausencia durante la comida de mediodía, subió a ver a Flannery O'Connor. Que ella se dio cuenta de la estratagema lo demostró con su sonrisa divertida y mirada comprensiva. En paz y con increíble serenidad recibió los auxilios espirituales. La anécdota no termina aquí. Al salir del ascensor el abad se encontró cara a cara con Regina O'Connor que ya de regreso esperaba el mismo ascensor. "Aún la recuerdo", me decía riendo, "los brazos en jarras y su comentario '¿Ya sabía yo que que se saldría con la suya!'".
Y yo he estado leyendo estos días la tesis como si fuera una novela. Y la había visto hace tiempo en la Facultad, pero la desprecié: ¡una tesis española sobre Flannery, y de 1979! ¡Bah!
Pero por otros motivos saqué el libro y es milagroso, prodigioso, fascinante, la mejor introducción que se puede encontrar sobre Flannery en español, ahora que ya disponemos (gracias a gente entre otros como Guadalupe Arbona, Esther Navío o gracias también al magisterio temprano de José Jiménez Lozano) de su obra en excelentes ediciones en español. Se ve que le gustan especialmente cuentos como La persona desplazada, Los profetas o Los cojos entrarán primero, pero de todos comenta cosas profundas e interesantes. Y la tesis de la tesis es que Flannery es una escritora bíblica y teológica; llega casi a decir que es una escritora inspirada por Dios; no se atreve, pero ganas no le faltan.
La tesis la publicó facsímil la Complutense en 1984: la podéis encontrar en muchas bibliotecas universitarias (podéis buscar en el Catálogo de Rebiun poniendo 'Gamíndez': salen las universidades que tienen la tesis).
Pensaba estos días que si tuviera dinero, la publicaba ya, ahora mismo, con el texto tal como está pero con buena tipografía; es una obra de 1979, que casi no pudo aprovechar las cartas publicadas en El hábito de ser, pero que leyó algunas directamente, que estudió a fondo las obras publicadas y hasta llega a comentar pasajes subrayados por Flannery de libros de su biblioteca, por ejemplo de Lewis, Mounier y otros.
En suma, un libro que sigue tremendamente vivo, fresco, y eso que son casi 900 páginas, juntando los apéndices, valiosísimos por lo demás (con una lista de libros de su biblioteca, de reseñas que hizo, un catálogo muy completo de sus obras y montones de otros datos jugosos). Pero antes tendría que saber qué ha sido de ella, de María Isabel Montero y Gamíndez: con una pequeña esperanza de encontrarla y también como mi pequeño homenaje, pongo aquí su nombre en el título.
[entrada recuperada de hace tiempo]
2 comentarios:
No sé si seguirá activo este blog, pero por si aún no han tenido información de ella, soy familiar lejano de María Isabel, y sí, era monja. Lo que no sabía era que había escrito esta tesis, que encuentro interesante.
Pues me alegro mcuho de confirmarlo. Saludos y dáselos de mi parte a ella
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