viernes, 28 de febrero de 2025

Un poema muy sonoro de Angela Alaimo O'Donnell

Otro poema más del libro de Angela Alaimo O'Donnell, este lleno de sonidos variados, que he intentado recoger en la traducción. El original lo publicó en la revista Peacock:

La música de Flannery
“Tengo un oído enfrente del otro. No puedo oír música: es que no sé a qué atender.” –Flannery O’Connor

Salvo si se trata de la voz humana,
ese instrumento que no puedo evitar amar,
el susurro ronco de la bibliotecaria oronda,
el acento nasal del trabajador rural,
la voz de pito de la camarera
que trae café y tarta, a la que mi
madre da las gracias con su tono grave
y yo saludo callando, guardando mi silencio
para no estropear el runrún
que me rodea, el tintineo
de tenedores sobre platos, la charla de las cucharillas.
Esa es la música con la que sueño,
sentada a mi mesa cada día hasta mediodía,
y aprendo a seguir la melodía.


viernes, 21 de febrero de 2025

Un poema a un pavo real cojo

Ya mencioné aquí hace años algunos poemas del que fue luego un libro, Andalusian Hours. Poems from the Porch of Flannery O'Connor, de Angela Alaimo O'Donnell. Ahora he vuelto a él, un libro que es como una biografía en verso (y al final, para colmo, aparezco entre los agradecimientos).

Este es un poema que apareció primero publicado en la revista Peacock, del que intenté hacer una traducción tentativa, más para que se disfrutase el original que por el resultado, discutible.


El Jubilate Pavo de Flannery
“Suele pasar que el pavo a la vez extienda la cola y lance un chillido. Parece como si recibe a través de las patas una agitación que desde el centro de la tierra viaja hacia arriba y es liberadaa través de él: Eee-ooo-ii! Eee-ooo-ii! Para el melancólico este sonido transmite melancolía y para el histérico, histeria. Para mí siempre ha sonado como una invitación a un desfile invisible.”  (Flannery O’Connor, El rey de las aves)

“Uno de los más arrogantes de entre los pavos de O’Connor es “Cojito,” que se ha estado pavoneando con una sola pata durante varios años, tras negarse a ceder el paso a un cortacésped.”  (Conversations with Flannery O’Connor)

Pues voy a hablar de mi pavo real, Cojito.
Pues vocea sus chillidos día y noche
lo justo para volver a mi madre loca, mientras que a mí
me gusta su alabanza de la tiniebla y la luz.
Pues levanta recto su cuello turquesa y su emplumada cabeza.
Pues se mueve entre las gallinas como un dios monopié.
Pues despliega cien soles de un fogonazo.
Pues prende en llamas el cielo que se cierne.
Pues reduce la casa y la granja a cenizas,
y luego se levanta de nuevo, de puntillas, ágilmente
entre las rosas, su pata punteaguda calzada
con una zapatilla de suela suave. Así de lento se mueve.
Pues es el corazón violeta de nuestra casa.
Pues me hace sentir menos impedida y sola.

viernes, 14 de febrero de 2025

Understanding the Hillbilly Thomist de Fr. Damian Ference

De la tesis doctoral de Fr. Damian Ference surgió este libro, Understanding the Hillbilly Thomist. The Philosophical Foundations of Flannery O'Connor's Narrative Art

Claramente es una tesis, y pesa mucho el afán de argumentar para demostrar la influencia de santo Tomás de Aquino en la obra de esta escritora que no tuvo formación filosófica avanzada y que se llamó a sí misma "tomista de pueblo" (esa puede ser una traducción de "hillbilly Thomist", que es el término que usó). También decía de sí misma que era "a Thomist three times removed", algo así como "Tomista en tercer grado de parentesco". 

La cuestión es que ella misma decía que leía a santo Tomás veinte minutos cada noche y no sabemos si creerla literalmente o tomarnos la afirmación en sentido amplio, que es lo que me parece a mí. De hecho, Ference al final del libro explica que seguramente ella recibió el tomismo sobre todo inserto en el catolicismo de su época, que es lo que a mí más me cuadra, sin negar influencias concretas de la filosofía de santo Tomás de Aquino a través de la lectura directa de partes de su obra. 

Sea como sea, seguramente este libro ayudará a mucha gente a entender el marco mental tomista de Flannery O'Connor; a mí me ha resultado en cierto modo como ya muy trillada la explicación detallada de la doctrina de santo Tomás  pero es que yo me crié en ese marco y seguramente no lo necesito, porque lo doy por supuesto.

Lo mejor del libro son los comentarios que hace en cada capítulo a algunas obras de la escritora. Es especialmente brillante su comentario de El río, pero también son iluminadores los que hace de La espalda de Parker y de La persona desplazada.

No me ha convencido mucho la inserción de la teoría de Betty Edwards sobre el dibujo como herramienta epistemológica. También abusa a veces de las explicaciones a partir de supuestas etimologías o ecos de nombres propios. Me gustó que pusiera palabras griegas, pero los acentos de ambas están mal: en vez de ἀγροίκος, σπουδαίος debería ser ἀγροῖκος, σπουδαῖος. Son detalles pequeños, dentro de un libro muy cuidado y muy bien escrito. 

Hubo un párrafo que me irritó profundamente, la nota 67 de la página 186, donde el autor se rinde a las teorías dominantes ahora sobre el racismo de Flannery O'Connor, sin discutirlas en absoluto. Peor, la acusa literalmente de haber incurrido en el "pecado de racismo", algo que me molestó mucho. No lo argumenta en absoluto, simplemente se deja llevar por esa corriente que ve racismo por todas partes, cabalgando en el movimiento woke que se enseñoreó del mundo académico en USA. El autor debería haber sido más riguroso en esto, sin incurrir en condenas inquisitoriales, porque la acusación es grave e injusta.

jueves, 6 de febrero de 2025

José Jiménez Lozano sobre Flannery O'Connor

De Una estancia holandesa, libro de conversaciones de José Jimenéz Lozano y Gurutze Galpasoro, tomo esto que dice él, que me parece muy atinado:

De Flannery O'Connor lo que me subyugó en cuanto la conocí fue su inteligencia "perversa", cáustica, su admirable modo de contar y ese amor que ofrece a sus personajes más risibles; pero también su tranquila conciencia de escritora y su humor en medio mismo de sus historias negras y de su propia vida, sabiendo como se sabía condenada a morir joven y sintiéndose morir poco a poco. Esas sus historias están escritas desde un yo y a una luz radicales: sub specie aeternitatis, y quizás de ahí ese amor por los seres humanos y el mundo entero. Es una escritora enfrentada en cada una de sus páginas al Gran Crítico: la Muerte. ¿Cómo bajar la guardia en esas condiciones, siquiera en un adjetivo?

Me fascinó su amor a la vida, incluso en sus manifestaciones más mediocres y repetitivas de lo cotidiano (48).

jueves, 30 de enero de 2025

La mirada atenta de Flannery O'Connor

Me he encontrado en un artículo de Thomas F. Gossett ("Flannery O'Connor's Opinions of Other Writers: Some Unpublished Comments", The Southern Literary Journal, Spring, 1974, Vol. 6, No. 2 (Spring, 1974), pp. 70-82) este retrato de Flannery O'Connor, de su capacidad de mirar con atención a los demás:

Miss O'Connor had the characteristic of turning her complete attention to whoever spoke to her. Probably to some people, especially in a loquacious community and region, it was an unnerving experience to be looked at in that way. It was an entirely friendly way but was nonetheless a penetrating stare, as if she were Henry James's young writer on whom nothing is lost. This characteristic of Miss O'Connor may help to explain something she once said. She told Louise and me that there were people in Milledgeville who wouldn't come to see her because they were "scared" ["scaiahed"] that she would put them in a book.

La señorita O'Connor tenía la característica de prestar toda su atención a quien le hablaba. Probablemente para algunas personas, especialmente en una comunidad y región amantes del parloteo, era una experiencia desconcertante ser mirados de esa manera. Era una mirada enteramente amistosa pero, no obstante, una mirada penetrante, como si fuera el joven escritor de Henry James a quien no se le escapa nada. Esta característica de la señorita O'Connor puede ayudar a explicar algo que dijo una vez. Nos dijo a Louise y a mí que había gente en Milledgeville que no vendría a verla porque tenían "miedo" de que los incluyera en un libro.